FADEMUR Extremadura apoya la campaña de la extremeña Sara, #MamáEstáCastigada
FADEMUR Extremadura muestra todo su apoyo y solidaridad con Sara a través de este manifiesto.
#MamáEstáCastigada por la justicia
Tras conocer el caso de Sara nos queda aún más claro que las mujeres víctimas de la violencia de género estamos en tierra de nadie
Todas estamos de acuerdo en que la historia que envuelve a Sara y sus dos hijas conforma el peor castigo que se le puede poner a una madre: no poder ver ni hablar con sus hijas. Su única petición es volver a estas con las niñas pero, sin embargo, el padre no la deja comunicarse con las menores ni si quiera por teléfono.
Las víctimas como la extremeña Sara buscan encontrar amparo legal en unos juzgados que están representados mayoritariamente por hombres que tienen el patriarcado metido hasta en las venas.
Por eso en FADEMUR Extremadura decimos que “Mamá está castigada, pero por la justicia”, una justicia basada en un sistema que, como ha quedado claro, no está ni formado ni preparado para atender los casos de violencia machista, ni siquiera los juzgados de violencia contra la mujer.
Que hasta hace poco no se haya reconocido por Ley la Violencia Vicaria y la prohibición del SAP (Síndrome de Alienación Parental) solo demuestra la tremenda soledad en la que han estado muchas mujeres hasta ahora. Muchas mujeres que pueden verse reflejadas en la historia de Sara y nuestro deseo es que esta ley no quede en papel mojado y de verdad sirva para garantizar los derechos de esas mujeres y menores afectados.
Desgraciadamente, el caso que comentamos en este manifiesto no es el único y sabemos que lo que a Sara le ocurre también le sucede a cientos de mujeres en este país que apenas tienen voz y que son señaladas de lo mismo: de locas, de malas madres o de malas mujeres que hablan solo para fastidiar y hacer daño. Ese es el imaginario machista.
Todas ellas y muchas otras son mujeres y madres que han sufrido la peor cara de la violencia vicaria y que han visto cómo el régimen jurídico, aquel que supuestamente debía servir de justicia y protección para las mujeres y sus hijos, parece que más bien ha servido para todo lo contrario.
Todavía hoy la sociedad sigue con el ideario de que la violencia de género solo es la violencia física, los golpes. Nosotras sabemos que eso no es así y que la violencia que más duele es la que no se ve.
Tras conocer el caso de Sara nos queda aún más claro que las mujeres víctimas de la violencia de género estamos en tierra de nadie. Y todo se agrava aún más si además las mujeres viven en entornos rurales, en pueblos pequeños donde la falta de anonimato hace que muchas no se atrevan a denunciar por miedo a ser señaladas con el dedo.
En Extremadura, el 24% de las mujeres se han sentido víctimas de la violencia de género. Muchas de las mujeres que viven en entornos rurales tardan de media 20 años en denunciar la violencia machista, tal y como se desprende del estudio de FADEMUR ‘Mujeres Víctimas de Violencia de Género en el Medio Rural’, el primero de estas características en nuestro país y con el que la organización ha atendido al encargo del Pacto de Estado en materia de violencia de género.
La sociedad debe comprender que decenas de mujeres dan el paso de denunciar sabiendo que es la única solución, pero que también supone un calvario para ellas mismas. Y sí, el sistema puede proporcionarles asistencia, pero muchas se encuentran con abogados de oficio con poca especialización de género, mediadores con sus hijos e hijas sin formación alguna de género y asistencia psicológica sin especialización en este tema donde, en ocasiones, las culpabilizan; o jueces que creen que beber justifica aún un maltrato y que perpetúan viejos mitos.