“La dificultad, al final, nos ayudó a mejorar”
Silvina Muñoz nació en Mendoza hace 37 años. Conserva intacto su acento, aunque no vive en Argentina desde que tenía 21 años. Dedicada al mundo de la cocina, desde hace unos años elabora un tipo de repostería muy innovador desde el medio rural gallego. Estas últimas semanas han sido muy especiales para ella porque ha abierto un establecimiento en Vimianzo (6.851 habitantes, La Coruña).
¿Permanecer en el medio rural fue una decisión propia o te fue llevando la vida? /
Vimianzo no fue mi primera parada, ya llevaba años en España. Salí de Argentina con 21 años, como jefa de cocina en Andorra. Luego viví en otros países, México e Italia, hasta que me instalé en Barcelona, donde conocí a mi marido. Con él decidí apostar por una familia y, para ello, por el medio rural. Así es como nos mudamos a este lugar del que él es originario. Así que bueno, fue la parte afectiva la que me trajo aquí.
Antes estábamos localizados en otro pueblo, también de Costa da Morte. Decidimos trasladarnos a Vimianzo porque en este municipio hay un apoyo mayor al emprendimiento y, además, ya en aquel entonces una buena parte de nuestra clientela era de aquí. También a nivel geográfico, ésta es una zona de paso entre varios concellos de la zona, por lo que nos viene muy bien para acceder al público.
¿Cómo fueron los primeros pasos?
Al principio nos ayudó mucho ser la novedad, pero después de ese primer momento fue muy duro. Fueron años difíciles. Pero sí que vimos que la gente valoraba muchísimo nuestro producto, que fuera natural, que nuestras materias primas provengan de otras emprendedoras o incluso de nuestra propia huerta. Eso nos hizo crecer y expandirnos de cara a otros municipios. También eso nos ayudó a ser mucho más profesionales y buscar una pastelería diferente, porque si hubiéramos encajado igual nos habríamos quedado en lo normal. La dificultad, al final, nos ayudó a mejorar.
Una de las características que os hacen especiales, has dicho, son las sinergias. Dentro de las muchas colaboraciones que estableces, ¿has tenido ocasión de establecer alguna con compañeras de FADEMUR?
Sí, de hecho, casi el 90% de nuestras materias primas provienen de emprendedoras de Ruraltivity. Miel, licores, harinas, cereales… Casi todo es de ellas. En el último Encuentro, en junio, conocí en persona a chicas con las que llevaba trabajando años.
¿Qué problemas afectan a tu sector?
En general la repostería no es un producto de primera necesidad. Ese ya es un hándicap. En cuanto a la repostería de intolerancias, tiene la ventaja de que no hay gente especializada. Entonces, aunque tampoco es de primera necesidad, nos permite ofrecer algo que la repostería tradicional no tiene. Sin ir más lejos, una asociación de ámbito nacional, que trabaja desde Barcelona con familias con dieta cetogénica, nos pidió los productos de Navidad a nosotros, que estamos en la otra punta, porque son personas que no pueden tomar productos procesados debido a diversos problemas, como epilepsia o problemas psicomotrices.
Por otra parte, como emprendedora en un pueblo, la falta de apoyo y de atención a nuestros problemas específicos suele ser un problema importante. Sin embargo, en Vimianzo nos han ayudado mucho. Es otra de las razones por las que nos decidimos por trasladarnos aquí.
Creo que el apoyo gubernamental, a todos los niveles, es importantísimo. No que nos regalen cosas, ojo. Pero sí, a nivel municipal, que te acompañen, que se enorgullezcan de ti, que te pregunten qué necesitas, que nos den visibilidad… Eso no es fácil para ellos y no tiene precio para nosotras.
¿Cómo es el espíritu emprendedor en tu pueblo?
Yo creo que, en general, quien emprende hoy en día es un poco el bicho raro por lo difícil que es salir adelante. Pero sí que destaco que en estos momentos, en los que estamos preparando ya la campaña de San Valentín, he hablado con comercios de Vimianzo para unir fuerzas de cara a esta fecha y les ha extrañado. Uno de estos comerciantes me comentó que en Vimianzo los comercios se llevan de maravilla. Me dijo “Nunca vamos a ir uno encima de otro, pero es la primera vez en treinta y cinco años que alguien me propone hacer una campaña juntos”. Esto me pareció muy peculiar porque para mí es algo natural; unirnos, para ser más fuertes, es fundamental en mi filosofía empresarial y creo que también para FADEMUR.
¿Conocías a FADEMUR antes de participar en la lanzadera de emprendimiento?
Creo que no, que primero conocí Ruraltivity por una formación que hicieron en mi pueblo y, a raíz de ahí, a FADEMUR. Pero fue prácticamente a la par.
¿Cómo ha ayudado Ruraltivity a tu proyecto?
En todo. Yo ya estaría cerrada si no fuera por FADEMUR. Fueron muchísimos años a pérdidas, de querer tirar la toalla.
A partir de entrar en la asociación, y en la lanzadera, empecé a entrar en sitios inaccesibles para mí sola. Este año, por ejemplo, ya es la segunda Navidad que colaboro con Inditex, en donde entramos gracias a un evento que celebró FADEMUR Galicia con ellos. También con Pepsi. Ellas me pusieron en contacto con un profesional de la compañía para que fuese mi mentor y, si te digo la verdad, no sé si oficialmente esa colaboración ya debía haber terminado, pero a día de hoy yo sigo en contacto con él y recibiendo su ayuda. En fin, que entras en contacto con empresas y personas con quien no habrías pensado trabajar ni en el mejor de tus sueños.
También en cuanto a formación, yo he mejorado mucho gracias a ellas. Sobre todo en la parte económica y de gestión.
¿Qué tal estos primeros meses en tu local de Vimianzo?
Espectaculares. Hemos superado las expectativas. Contábamos con dos factores importantes, la Navidad y ser novedad. Aunque la mayoría de nuestros clientes ya eran de Vimianzo, restaurar una antigua carnicería, darle un aire de los años 50, darle mucha importancia al exterior con una alfombra roja, un escaparate con peso y unos toldos vintage, la verdad, ha sido muy tentador para la clientela. Estamos muy contentos.
¿Habéis cambiado vuestros productos?
No, seguimos produciendo con nuestra misma filosofía. Pero hemos incorporado pan, precisamente, de una empresa familiar que produce con mimo y de forma natural, como nosotros, y se encuentra en una aldea de nuestro pueblo. También hemos incorporado el servicio de take away de bebidas de chocolate sin gluten, infusiones, café… Ir bien acompañada y proponer cosas diferentes hace que la gente siempre esté a la expectativa por ver con qué vamos a sorprenderles ahora.
¿Dónde ves a tu proyecto y a ti misma dentro de cinco años?
Me encantaría poder tener a gente que me eche una mano en la parte de cocina y dedicarme yo a lo que más me gusta, que es atender al cliente y crear nuevas recetas. Así crearíamos empleo en el pueblo y conseguiríamos llevar nuestra línea de intolerancias, tan necesaria, a más lugares.