Alba María Santiago, quesera: “Gracias a la quesería hemos salvado la ganadería”
La historia de Alba María Santiago Madera, de 33 años, no ha sido el cuento de la lechera: ha llevado a cabo todos los proyectos que se ha propuesto. Eso sí, siempre sin abandonar su pueblo, Santa Marta de los Barros (4.176 habitantes, Badajoz). Después de trabajar unos años como ganadera en la explotación de caprino de leche de su padre, en 2009 montó una fábrica de quesos. Unos años después, abrió una tienda para vender productos gourmet como los suyos y, ya el año pasado, intercambió ésta por otra mayor que también incluye un bar. Alba cree que aportar valor transformando su producto y apostar por la venta directa está, entre otras razones, detrás de su resiliencia cuando en momentos de crisis, como el de ahora con la subida de los costes de producción, peligran negocios familiares y artesanales como el suyo.
¿Qué te hizo emprender desde tan joven?
Mi padre es el que me mete en estos jaleos (ríe), pero también era la forma de quedarme en el pueblo y, así, estar cerca de mi familia.
Mi padre tenía las cabras. Estuve con él en la explotación un par de años. Las cabras me han criado, pero reconozco que trabajar con ellas no me gustó, sobre todo el ordeño. Siempre digo que fueron los peores años. Pero cuando me propuso montar la quesería, me encontré a gusto desde el principio. ¡Y eso que ponerla en marcha fue muy pesado! Luego vino la primera tienda, sobre 2011. El año pasado abrí otra más ambiciosa, una tienda-bar con la que estamos teniendo buenos resultados. En ella, además de vender mis quesos y otros productos de calidad (sobre todo extremeños), también lo sirvo a los clientes. El que puedan degustarlos in situ ha hecho que mejoremos muchísimo la venta.
¿Cómo fueron los primeros pasos en cada etapa?
Empezar siempre es complicados. Siempre tengo presente el esfuerzo que supuso para mi padre, que empezó hace por lo menos 30 años. Estaba solo, ordeñaba a mano, echaba muchas horas… El terreno que compró estaba lleno de piedras, ahora lo ves y se ha valorizado mucho. Ahora tenemos robot para alimentar las cabras y también para ordeñarlas. Así que cuando yo me puse a trabajar con él, la explotación ya era otra cosa.
Después, montar la quesería fue ilusionante, pero también un esfuerzo fuerte. Llevó casi un año de papeleo. La fábrica está en una nave que teníamos, pero tuvimos que comprar la maquinaria y para eso pedimos una ayuda. Y no es solo burocracia y equipamiento, también necesitas conocimiento. Tuvieron que venir a la fábrica dos maestros queseros. A uno lo encontré por el Intaex, el Instituto Tecnológico Agroalimentario de Extremadura, el otro era un amigo de mi padre. Me enseñaron a hacer un queso de pasta dura y un queso pasteurizado. Después ya empecé a hacer uno de pasta blanda. Yo arranqué con esos tres tipos de quesos. Los he mantenido junto con otro azul que hago ahora. Porque no puedes parar de formarte si no quieres estancarte.
Con las tiendas todo cambió. Come muchísimo tiempo atender una tienda, pero también ayuda mucho a vender. La mayor parte del queso va para mi tienda-bar, aunque también vendo en otras (la mayoría en Extremadura). Claro, ahora ya casi no puedo hacer ferias al cabo del año, si acaso dos. También tengo una página web para darme a conocer, pero sin tienda electrónica porque requiere mucho trabajo y ahora mismo no llego. Pero en un futuro me gustaría hacerla, lo ideal sería vender toda la producción sin movernos de casa.
¿En qué momento conociste FADEMUR y cómo te ha ayudado en este camino?
Primero la conoció mi madre y fue ella la que me enseñó FADEMUR. Ahí me ayudaron a abrirme camino. Me dieron la posibilidad de ir a muchas ferias, de darme a conocer, de explicar mi trabajo. Y también reconocieron lo que hago premiando mi esfuerzo por reducir la baja huella de carbono de mis quesos.
¿Qué has hecho para reducir tu huella?
Sobre todo, me he esforzado en lo energético. Yo utilizo una caldera de pellets y tengo placas solares. Al principio la pusimos para el riego de la pradera y después, hace dos o tres años, la pusimos también en la fábrica. Menos mal porque con el aumento del coste de la electricidad que hemos vivido imagínate, yo me arruinaría.
¿Este es el principal problema de las queserías y las ganaderías hoy en día?
Uno. Para las ganaderías también lo es el pienso de los animales. Hay mucha gente que ha tenido que vender sus animales o enviarlos a matadero porque no tenían para alimentarlos. Para nosotros ha sido fundamental haberle dado un valor añadido a nuestra leche, la verdad, nos ha hecho más resistentes. Gracias a la quesería hemos salvado la ganadería.
¿Crees que el espíritu emprendedor se mama en casa?
Sí. A veces estoy agradecida de que me lo hayan inculcado y a veces no. A veces emprender da miedo. Siempre que estás pensando, planificando, y arrastrando la incertidumbre. Pero valoro tener independencia y hacer lo que me gusta.
¿Cómo ves tu negocio y a ti misma dentro de cinco años?
Me gustaría que comercializásemos más por internet y así pueda empezar a tener más tiempo para mí.
¿Qué le dirías a una mujer que quiere emprender en un pueblo?
Le diría que aunque le pongan muchas trabas, tire adelante por su pueblos; que emprenda y cree empleo que es así como les damos vida a estas zonas.
¿También ese es tu objetivo para dentro de cinco años, crear empleo?
¡Yo ya lo he creado! Además de trabajar toda la familia, están con nosotros una mujer en la ganadería y a otras dos muchachas en la tienda.
Todas mujeres. ¿Casualidad?
No, yo prefiero contratar mujeres porque me compenetro más con ellas y porque, para mí, son más responsables y eficaces.