Las mujeres lideran la diversificación de cultivos en Europa

 In Fademur, Sector agrario

Hace unos años, en México, Esperanza Huerta recogía muestras de lombrices de diferentes sistemas agrícolas cuando conoció a una productora de plátano que, además, contaba con un terreno de frutales diversificado. ¿Por qué? La respuesta de la agricultora fue sencilla: “Porque mis hijos e hijas no solamente comen plátanos, necesitan otras frutas y verduras”.

Esta anécdota fue determinante para Huerta, investigadora de la Universidad de Wageningen (Holanda), que considera indispensable la visión que las mujeres aportan a la agricultura. Pasados unos años, la investigadora mexicana trabaja dentro de Diverfarming, un proyecto de diversificación de cultivos financiado por la Comisión Europea, donde desarrolla su investigación directamente con las comunidades campesinas de la región holandesa.

El proyecto Diverfarming se encuadra en el programa europeo, dentro de los puntos 3.2.1.1 (Increasing production efficiency and coping with climate change, while ensuring sustainability and resilience) y 3.2.6.1 (Sustainable and competitive bio-based industries and supporting the development of a European bioeconomy).

Dentro del reto de asegurar la sostenibilidad del medio ambiente y del sector agrario europeo, este proyecto pretende contribuir específicamente a ello mediante la apuesta por la diversificación de cultivos con prácticas de manejo de bajos insumos, incidiendo tanto en la sostenibilidad del medio como en la estabilidad económica de quienes se dedican al sector.

Desde mayo de 2017 y hasta mayo de 2022, el equipo de Diverfarming cuenta con cinco años para establecer las mejores opciones de diversificación de cultivos y manejo sostenible en seis zonas edafoclimáticas bien diferenciadas: 1) Mediterránea Sur; 2) Mediterránea Norte; 3) Boreal; 4) Pannonia; 5) Atlántica y 6) Continental.

Universidades, centros de investigación, empresas del sector agrario y organizaciones agrarias forman el equipo de veinticinco socios que, coordinados por la Universidad Politécnica de Cartagena, trabajarán codo con codo para dibujar el mapa de la diversificación europea a lo largo de los ocho países que se distribuyen por esas zonas edafoclimáticas: España, Finlandia, Italia, Hungría, Países Bajos, Alemania, Suiza y Reino Unido.

Los ensayos se realizarán en 25 terrenos experimentales divididos en dos clasificaciones diferentes. Por un lado, los casos de estudio, que son 17 fincas que nacen específicamente con el proyecto, y en ellas se comparan diferentes tipos de diversificación con parcelas de control en las que se sigue una metodología tradicional de monocultivo y gasto de insumos como fertilizantes, agua o energía. Por otro lado, ocho terrenos de experimentación a largo plazo completan el mapa del ensayo. En este caso, se trata de terrenos que existían antes de que el proyecto comenzase a funcionar y en los que se habían desarrollado mediciones previas. Con la puesta en marcha del proyecto, se introduce un cambio de técnicas de manejo en estos terrenos, lo que permite comparar los cambios a largo plazo.

La elección de los cultivos principales a diversificar depende de cada región y de las condiciones edafoclimáticas de estas. Los característicos viñedos alemanes de la región del río Mosela emplazados en pendientes escarpadas y con altas tasas de erosión, por ejemplo, albergarán en sus calles especies aromáticas (como el orégano y el tomillo), que servirán tanto para el control de plagas como para el aumento de materia orgánica en el suelo como herramienta de contención de la erosión.

En la zona mediterránea se plantean diversificaciones distintas: los tradicionales olivares andaluces, aquejados del mismo problema, incluirán en sus calles lavandín, azafrán y una mezcla de veza y cebada, lo que implicará un aumento de la biodiversidad y el freno a la aparición de cárcavas, así como la generación de una segunda renta para la comunidad de agricultores, que verán así aumentada la sostenibilidad económica y medioambiental de su olivar. Las técnicas de manejo como el “no laboreo” o la aplicación de restos de poda y abono verde influirán en la recuperación de la materia orgánica del suelo del olivar y en la reducción de los costes de labranza.

El poder de fijación de nitrógeno al suelo que, como se sabe, tienen las leguminosas (como las habas, la veza o el caupí), las convierte en un cultivo esencial para combinarse con otros cultivos (como el mandarino o el trigo), que es lo que se experimenta en los casos de estudio de Murcia e Italia, respectivamente. De esta manera se reduce el uso de fertilizantes, debido a ese aporte de nitrógeno de forma natural.

Además de la búsqueda de un sistema de gestión agraria más sostenible desde el punto de vista medioambiental y económico para la UE, el proyecto Diverfarming también busca afrontar el sesgo de género en la agricultura, luchando contra la brecha salarial y la ausencia de mujeres en cargos de poder, algo que todavía es notable en este sector.

En la búsqueda de la igualdad de género en el sector agrario europeo, Diverfarming incluye este tema, dando lugar así a que, siguiendo la estela de la campesina mexicana que, como se indicaba al principio de este artículo, diversificaba su huerto para hacer la dieta de sus hijos más completa, la investigadora Esperanza Huerta trabaje ahora junto con otras 68 mujeres con perfiles de investigadoras, técnicas y agricultoras que conforman el 47% del equipo del proyecto.

¿Dónde están las técnicas, empresarias agrícolas o agricultoras europeas?

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la diferencia entre las remuneraciones de hombres y mujeres es del 11,5% en España, del 15,5% en Alemania y del 18,1% a nivel europeo. Esta situación se traslada inevitablemente al sector agrario, muy asentado en el medio rural, donde en países como España también presentan desigualdades en cuestión de desempleo: la tasa de desempleo de las mujeres en los pueblos es del 42,8%, siete puntos superior a la tasa media nacional.

En cuestión de propiedad y gestión del territorio, las cifras no mejoran: según Eurostat, las mujeres no llegan a representar el 30% del total de titulares de explotaciones agrarias (poco más de 272.000 mujeres). Para tratar de solventar estos problemas, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación del Gobierno de España aprobó la Ley sobre Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias en 2011 con la intención de facilitar que las mujeres que trabajan en las explotaciones agrarias tengan los mismos derechos y retribuciones que sus compañeros varones. Sin embargo, hasta ahora solo se han registrado 423 mujeres como cotitulares de la tierra que trabajan, lo que deja ver la necesidad de un mayor esfuerzo en la difusión de estas medidas y en la formación por parte de las Administraciones encargadas de tramitarlas y publicitarlas.

Frente a esta situación, se plantea la necesidad de la visibilización de la mujer, la feminización del sector agrario y la igualdad de género que, en el proyecto Diverfarming, comienza por la equidad, tanto en el número de mujeres participantes como en las posiciones de poder que ocupan.

Las mujeres en la geografía de Diverfarming

La lista de las 69 mujeres que trabajan en este proyecto (el 47% del equipo) está encabezada por Marina Giménez, quien ocupa el cargo de directora de gestión del proyecto (Project Manager) y desde la Oficina de Proyectos Internacionales de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) controla pagos e ingresos a socios y cuadra la justificación del proyecto gracias a altas dosis de flexibilidad, polivalencia y creatividad necesarias para la resolución de problemas de un proyecto con 25 instituciones distintas y con las diferencias idiomáticas e idiosincráticas que ello significa.

Además de la importancia del proyecto en una región como la murciana, en la que la agricultura es una pieza clave y “la diversificación de cultivos puede rentabilizar aún más el trabajo de los agricultores para ser más competitivos a nivel internacional a la vez que mejora el estado y la calidad de suelos y productos”, Marina Giménez valora el trabajo en equipo que se desarrolla en este tipo de proyectos multidisciplinares y las posibilidades de aprendizaje que ello da.

En cuestiones de liderazgo, las mujeres se encargan mayoritariamente de la coordinación territorial del proyecto, gestionando cuatro de las seis regiones en las que se divide el proyecto. Alessandra Trinchera, investigadora del Consejo de Investigación en Agricultura y Análisis de la Economía Agraria (CREA) de Italia, lleva las riendas de una de estas regiones, la Mediterráneo Norte, donde ejerce de nexo entre la academia y las empresas italianas que forman el consorcio como Barilla y Casalasco.

Trinchera, que participa en más de 25 proyectos nacionales e internacionales, se esfuerza diariamente en la tarea de servir de puente e involucrar a agricultores y agricultoras en la adopción de la diversificación de cultivos como solución a los problemas de erosión y pérdida de rendimiento de los cultivos que adolece la región. Para ello usa como arma el manejo de los diferentes lenguajes y el conocimiento de las tradiciones de ambos campos, siendo este su día a día en el desarrollo de las tareas de coordinación.

Aunque reconoce que en su institución, CREA, el balance de género es bastante bueno incluso en términos de puestos de poder, Trinchera reconoce que el sector agrario necesita de más mujeres que “deberían tener un rol principal en la agricultura, debido a su habilidad en innovación y creatividad y a su sensibilidad ante problemas sociales”. También destaca cómo la visión multifuncional que las mujeres poseen acerca de la agricultura como una actividad sostenible, basada en su habilidad para producir comida a la par que conjuga con la salud, seguridad y protección del territorio, entronca directamente con la filosofía del proyecto Diverfarming.

Aunque en Italia solo el 32,3% de las mujeres lidera las explotaciones agrícolas (Istat, 2009), no todo son malas noticias: en 2017 las empresas agrícolas italianas lideradas por mujeres jóvenes aumentaron en un 6,6%.

Al igual que Trinchera para el caso italiano, la española Beatriz Lozano coordina los casos de estudios situados en otra de las zonas edafoclimáticas: la del Mediterráneo Sur, que engloba las experimentaciones en olivar, mandarino, almendro, cereales y productos hortícolas. Desde el Departamento de Química Agrícola y Edafología de la Universidad de Córdoba, Lozano trabaja en el estudio de los efectos de la diversificación de cultivos en el olivar andaluz a la par que coordina las relaciones entre comunidad investigadora, agrícola y asociaciones del sector de la región, estableciendo nexos entre ellos, organizando reuniones anuales de presentación de resultados y estimulando el desarrollo de estrategias regionales.

La gestión de socios en la región Boreal recae en Kriistina Regina, profesora e investigadora en ciencias medioambientales del Instituto Finlandés de Recursos Naturales (Luke). La diversificación de cultivos en esta zona se lleva a cabo en granjas lecheras que utilizan los cultivos para alimentar al ganado y que tienen bastante peso en la economía de este área. Regina se encarga de gestionar la relación entre estas granjas, el instituto Luke y el resto del proyecto.

En un país en el que la mayoría de quienes acuden a la universidad son mujeres y solo el 28% de la comunidad investigadora lo son, Regina considera esencial igualar la situación en todos los sectores. Medidas como difundir los beneficios de la diversificación de cultivos entre las mujeres, que son “personas abiertas que suelen adoptar nuevos métodos”, podrían suponer una mayor integración de la mujer en el sector.

Por último, la investigadora de la Universidad de Wageningen (Países Bajos) Violette Geissen completa el porcentaje de lideresas regionales (67%) con su trabajo en la región Atlántica. Desde esa región, la investigadora Geissen desarrolla su trabajo con los productores y productoras hortícolas del norte de Europa que comienzan a diversificar sus terrenos en un área enla que el cultivo ecológico y biodinámico tiene un buen nicho de mercado.

¿Y sobre el terreno?

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Las mujeres que trabajan en Diverfarming también pisan el terreno. El 50% de los terrenos experimentales está dirigido por mujeres que se manchan las manos de tierra para analizar productividad y rendimiento de cultivos o emisión de gases invernadero de las muestras tomadas, pero también trabajan agricultoras que aportan su experiencia en la gestión de fincas y en el tratamiento de cultivos y terreno.

Virginia Sánchez Navarro, que a sus 33 años es doctora por la Universidad Politécnica de Cartagena, se especializó en el cultivo sostenible de leguminosas considerando la fertilidad del suelo, la emisión de gases de efecto invernadero, el secuestro de carbono y el estado nutricional de los cultivos. Aporta todos estos conocimientos a los casos de estudio que dirige: el caso 16, donde se ensayan vegetales intercalados en Murcia, y el caso 2, en el que el cultivo principal es el mandarino. Con su trabajo ha podido comprobar, además, cómo el intercalado de caupí entre melones ha implicado un mayor número de melones y un aumento de la producción.

De su trabajo, Virginia Sánchez valora la combinación entre trabajo de laboratorio, campo, oficina y diseminación entre partes interesadas. Aunque en su grupo de trabajo comparte rutina con el mismo número de mujeres que de hombres, en la agricultura sigue predominando la presencia de hombres, aunque el conocimiento de primera mano de Virginia Sánchez le permite cerciorar que “las mujeres se desenvuelven perfectamente bien en el sector”.

Una de las mujeres que pisan la tierra como agricultora y gestora de una empresa agrícola es Petra Derkzen quien, desde 2016, trabaja como agricultora en Ekoboerderij de Lingehof, una granja ecológica holandesa de 100 hectáreas en las que se trabajan técnicas biodinámicas y que aloja más de 10 tipos de cultivos diferentes, entre los que se encuentran algunos tan innovadores como la quinoa o el lupino.

Tras estudiar sociología y realizar estudios posdoctorales en Sociología Rural en la Universidad de Wageningen, Derkzen decidió poner en práctica su conocimiento sobre agricultura ecológica y biodinámica en Ekoboerderij de Lingehof, la granja convertida en caso de estudio del proyecto y a través de la cual se pueden estudiar diferentes cadenas de valor: implica tanto canales locales y de cercanía como venta al por mayor, industrial y exportaciones en Europa. Cada cultivo tiene su propia trayectoria.

Al igual que la diversificación puede ofrecer al plano agrícola en cuanto al cultivo instrumentos para mantener la salud del suelo sin necesidad de altos insumos químicos, para Derkzen, en el plano social también tiene mucho que ofrecer. Es por eso por lo que se necesitan mujeres en este tipo de profesiones y en la parte de horticultura de esta empresa holandesa la granja está dirigida por tres mujeres emprendedoras.

Reflexiones finales

Tras analizar la situación actual del sector agrario europeo tanto a nivel de productividad como de sostenibilidad económica y medioambiental, se evidencia la necesidad de un cambio de paradigma. A nivel agrícola este cambio pasa por el uso de herramientas tales como las siguientes: la diversificación de cultivos; la reducción del gasto en insumos (energía, fertilizantes y agua); la incorporación de los usuarios finales a la toma de decisiones y la puesta en valor de la importancia de la biodiversidad y la salud del suelo para mantener la fertilidad de los mismos. Y a nivel social, el cambio pasa por buscar un sistema más igualitario en cuestión de género.

Para ello, además de la paridad dentro del núcleo del proyecto, desde Diverfarming se trazan medidas tales como las siguientes: la difusión del papel de la mujer en la agricultura; la visibilización del papel de agricultoras, investigadoras y empresarias con el fin de estimular las vocaciones en las niñas; el impulso de actividades de capacitación dirigidas a mujeres, o el estímulo de la participación de las mujeres granjeras, técnicas o trabajadoras del sector en la red de “Comunidades de agricultores y agricultoras”, que pondrán en marcha las prácticas de diversificación de cultivos y de reducción de insumos establecidas tras los ensayos del proyecto.

Con la puesta en práctica de este modelo de paridad, el proyecto Diverfarming se convierte en ejemplo a la hora de feminizar el sector agrario en un momento en el que, a pesar del progreso experimentado en los últimos años, la situación de la mujer en el plano laboral y económico sigue determinada por la desigualdad.

La diferencia salarial entre hombres y mujeres, la escasez de mujeres en altos cargos y la mayor tasa de desempleo femenino frente al desempleo masculino son problemas que se reflejan en el sector agrario europeo, donde destaca la baja titularidad de las explotaciones agrícolas por parte de mujeres, lo que se traduce en la permanencia de las mismas como asalariadas, frente a la masculinización del empresariado rural. La necesidad de revertir esta situación hasta conseguir un escenario de igualdad es lo que lleva a la UE y a Diverfarming a incluir la igualdad de género como principio básico a garantizar.

Las medidas llevadas a cabo en el proyecto, que luego se evaluarán en un informe final sobre género, buscan que este modelo de paridad se traslade a la sociedad, donde todavía perdura el desequilibrio. Tal como se puede observar en las diferencias entre cargos en instituciones o empresas agrícolas que se integran en el proyecto, todavía las mujeres siguen ocupando puestos de administración u operarias de fábrica en mayor medida, quedando infrarrepresentadas en los puestos de poder.

Para Alessandra Trinchera, la consideración del proyecto como un ejemplo del “poder femenino”, que se deriva de una involucración fuerte por parte de las mujeres en las actividades del proyecto, desde el campo al laboratorio y la comunicación de las mismas a través de medios de comunicación que lleguen al público general, se perfila como un gran avance.

La información obtenida de los beneficios de la diversificación, no solo en cuestiones de rendimiento del cultivo, sino principalmente en términos de efectos positivos en cambio climático, biodiversidad del suelo y resiliencia medioambiental, puede ser atractiva para la mujer en la agricultura, debido a su interés en los temas sociales y medioambientales.

La dinamización de la economía de las zonas rurales que trae aparejada la diversificación de cultivos ayuda a la creación de empleo y al anclaje de las poblaciones a estas zonas, lo que implica también una revitalización del empleo femenino y una sociedad más igualitaria.

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Foto finalista del concurso FotoRural 2013, de Luz Sosa